Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
Miriam Ferrero Vilaplana
25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
Vamos creciendo a lo largo de los años, sabemos qué día nacimos, hora, lugar… Pero en cambio, de la muerte no sabemos ni su hora, ni su día.
A lo largo de nuestra vida vamos teniendo acontecimientos positivos y negativos de los cuales obtenemos un aprendizaje.
¿Qué pasa cuando nuestra vida está en peligro? Nuestro cuerpo se activa para sobrevivir, se acelera nuestro corazón y se prepara, en ocasiones huye, otras veces se bloquea y muchas otras lucha, este mecanismo es lo que nos hace perpetuar la especie.
¿Qué ocurre cuando tu vida peligra porque te agreden? Que tu cuerpo no piensa en ese instante, solo actúa para VIVIR porque, aunque no se sabe la fecha de nuestro fin, mientras se vive, se vive con plenitud, esperanza, intensidad, con consciencia y disfrutando de cada momento.
Actualmente, los medios de comunicación nos muestran numerosos casos de violencia de género. Son muchas las mujeres que mueren y otras muchas las que callan, por miedo, por culpabilidad, por no saber qué hacer ni a dónde ir; por sentirse juzgadas una y otra vez. Son tan intensas las emociones vividas, que son difíciles de digerir sola.
La escalada agresiva, como bien dice la palabra, empieza en un peldaño. En los primeros peldaños o peldaños más bajos, el maltratador empieza con: humillaciones, control, desprecio, mentiras, ignora, celos, bromas hirientes, grita, ridiculiza, pasando a otros peldaños, agredir “jugando”, destruir objetos personales, aislar, golpear, empujar, tirar objetos cerca de la otra persona, hasta llegar a los peldaños más altos: forzar a tener una relación sexual, violar, ahogar, amenazar de muerte o con armas, mutilar y asesinar.
La mayoría de las agresiones empiezan siendo agresiones psicológicas, que son las más difíciles de asumir o aceptar pero ahí están, perjudicándonos como ser humano, hasta que llegan las agresiones físicas.
Cuando ocurre una o varias agresiones, la víctima intenta dialogar con el maltratador y éste comienza a culpabilizarla por los actos. La víctima se siente y la hacen sentir culpable. Entonces perdona, produciéndose la luna de miel y un periodo de vuelta a la “normalidad”. Y así un sin fin de veces, hasta que la persona que es agredida se pone a salvo o muere. Con un basta a tiempo, un NO y una retirada física y de contacto, se elimina el torrente continuo de agresividad, poniéndose a salvo la víctima.
Cuando la persona da el paso de no volver a ser agredida psicológica y/o físicamente, siente un tormento de emociones: confusión, culpabilidad, rabia, tristeza, miedo, impotencia, soledad, cambios físicos, dolores, pocas o muchas ganas de comer, dormir mucho o poco.
Todas estas emociones y sus consecuencias desencadenan un torbellino dentro del ser. Decir “hasta aquí” es un paso costoso, duro y amargo.
Las agresiones físicas son visibles por las consecuencias, pero las psicológicas no lo son, y son de igual importancia que las otras, son las que en cualquier momento te sabotean tu día a día y te recuerdan que están ahí hasta que las visualizas, las reconoces y acompañas.
Reconocer que te agreden y eres agredida es duro, pero sanador. Se produce una liberación emocional y espiritual, pones nombre y apellido a aquello que te ha ocurrido durante un tiempo determinado de tu vida, pero que hasta ese momento no has querido ver, por miedo, culpabilidad, juicios…hasta que decides VIVIR estando viva.
Durante todo el proceso es importante buscar ayuda de calidad, sustento sin juicios y recomponer esas partes de ti misma que estaban rotas, para poder vivir entonces esa vida que siempre, desde que naciste, deseaste vivir con plenitud y calidad, rodeada de gente que te respeta y a la que respetas por su compasión y comprensión de sí mismos y de los demás.
Porque cuando se VIVE SE VIVE.