Vergüenza tóxica, ¿qué es?
Alicia Catalá
“Solo deseas esconderte de todos, esconderte de ti mismo”
Esta es la frase que define la vergüenza tóxica. Un sentimiento que acompaña a muchas personas y que les hace sentirse siempre sucias, sin valía personal. Un caos mental. La percepción de la realidad se distorsiona, se confunde y por supuesto la percepción de nosotros mismos.
Debemos tener en cuenta que:
- Para algunas personas permanece esa vergüenza diariamente con cada cosa que hacen y que para otras aparece en momentos determinados, pero tiene mucha fuerza psicológica y nos destruye.
- La forma en que nos hablamos cuando comentemos errores provoca frustraciones difíciles de eliminar si no nos ponemos en marcha.
- La forma de ponerse en marcha para eliminar la vergüenza tóxica es entender de dónde viene y qué provoca que la mantengamos continuamente. Viene de la infancia y de cómo nos educaron (quizás la vimos en nuestros padres) y la pone en marcha el hábito de pensar erróneamente sobre nosotros mismos.
- Para eliminarla hay que saber que es un trabajo personal que no ocupa días, sino tiempo de análisis hasta que la mente entiende que todos comentemos errores y que de ellos debemos aprender.
- Cada fallo es un insulto, cada insulto una costumbre.
- Este sentimiento suele llevar a problemas de conducta, trastornos alimentarios, adicciones, agresividad, depresión y ansiedad.
- La vergüenza se vuelve tóxica porque la sociedad determina, a través de medios, a qué estándares físicos, intelectuales, laborales y psicológicos nos tenemos que adaptar.
- Las personas que padecen este sentimiento, se comparan continuamente viéndose que están muy lejos de donde quisieran estar. No se aceptan porque idolatran a otras personas costándoles entender que cada uno de nosotros brillamos de una forma diferente.
- Seguro que tú haces algo mejor que yo, pero también seguro que yo algo mejor que tú.
- Cambia tu diálogo interior. Deja de menospreciarte. Escribe en una hoja tu valores, aquello que admires de ti mismo y póntelo a la altura de tus ojos en una pared, para que cada día que te levantes puedas leerlo y recordar que, si no te aprecias tú, no te apreciará nadie. Eso sí, hay que leerlo todos los días.
Y recuerda, que uno es verdaderamente libre cuando deja de sentir vergüenza de sí mismo.
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