SECRETOS DEL ALMA | ¿Por qué ocupas mi mente?

Música cortesía de: Fernan Birdy/Relax Music

La psicoterapeuta esperó a Damián con la puerta abierta. Por el sonido de los pasos podía intuir el estado anímico de la persona que acudía a su consulta.

No se escuchaba nada. El silencio inundó la escalera. Parecía que no subía nadie. Y sin imaginarlo, surgió de la nada una sombra. Damián era un joven de 19 años, de pelo corto y alborotado. En sus orejas brillaban varios piercings de aros plateados. Sus modernas gafas ofrecían en su rostro un cierto toque de intelectualidad. Su mirada andaba entre tímida, preocupada, triste e insegura. En su mano derecha un folio enrollado a modo de pergamino.

—Buenas tardes Damián, por favor, puedes pasar al despacho. ¿En qué te puedo ayudar?

—Vengo destrozado, obsesionado… me cuesta entender cómo es posible que una persona que ya no está en mi vida ocupe tanto mi mente. Y no tengo forma de quitármela. Me dejó mi novia. Después de un año de relación. Ni tan siquiera sé el motivo. Sin más recibí, hace un mes y medio, un WhatsApp que decía que lo dejáramos, que ya no me quería, que no se había atrevido a decírmelo a la cara… y yo sin entender nada… ese fin de semana habíamos estado muy bien juntos…

—¿Cómo reaccionaste ante el mensaje?

—Me quede de piedra. La llamé, no lo cogió. Me empezó a entrar una ansiedad tremenda, palpitaciones, sudoraciones… no podía respirar bien. La veía en línea por WhatsApp y le escribí diciéndole que de qué iba, que por qué no me cogía el teléfono y que las cosas así no se hacían. Que yo merecía una explicación.

—¿Qué edad tiene esta chica Damián?

—18 años.

— ¿La has vuelto a ver?

—Sí, me refugié en mis amigos que me decían que no valía la pena estar así por una niñata. Que seguramente me dejó por otro y que tías así… cuanto más lejos mejor. Pero yo no puedo… yo no la veo niñata y me duele que me digan que se ha ido con otro. Yo no lo sé y no voy a juzgar algo que no he visto.

—¿Qué personalidad tienes? Me refiero a cómo te definirías.

—Soy una persona muy noble y sensible. Yo cuando quiero a alguien me desvivo por esa persona. Soy romántico y apasionado, pero también me gusta la soledad. Un buen escritor se enamora de la soledad.

—¿Escribes?

—Sí, escribo para calmar mi alma, para expresar lo que siento de la vida. Escribo cuando me siento incomprendido. De repente, sin yo querer… fluyen en mi cabeza miles de palabras que toman sentido rápidamente y cómo si mis dedos fueran guiados por los sentimientos, tal cual hilos de marioneta, plasmo lo que siento.

La psicoterapeuta observó que Damián había dejado encima de la mesa el folio en forma de pergamino que llevaba en las manos al entrar. Estiró su brazo y abrió la mano con la palma hacia arriba en posición de pedir.

—Me traes algo, ¿verdad? Sabes que es más fácil que te comprenda si entro en tu mente a través de tu escritura. ¿Me permites entonces que lo lea?

Damián deslió el folio con cuidado, repasó su escrito por encima como temeroso de no haberse expresado bien al escribir. Y tímidamente entregó lo más profundo que llevaba; su dolor.

La psicoterapeuta se colocó las gafas y leyó en voz alta:

“No queda nada, se ha roto el último plato, el vaso se rebasó hace tiempo. En el pecho, un vacío inmenso, una presión insalvable, una quemazón más propia del infierno que del interior de un pobre necio. En las manos, un tímido temblor y la sensación de no volver a tocar nada cierto. En la garganta un nudo que me ahoga y unas letras cruzadas que hacen que cada palabra que sale de mi boca sepa a ellas. En los ojos la amargura más sincera. En la cabeza un martillo, un látigo, un castigo, la soledad más acompañada, el gris más apático. Mi imaginación ahora es veneno, mis recuerdos el amigo que mientras te abraza te apuñala por la espalda; y también en mi cabeza, la sensación de no saber dejar de querer, de no llevar bien echar de menos y la añoranza de no poder dar las buenas noches, a lo que siempre fue un sueño”.

—No sabes cómo parar tu mente. No sabes por qué sigue en tu cabeza. No sabes por qué te dejó de querer. Pero sí sabes quién eres, cómo eres y lo que sientes… eres capaz de escribirlo. También sabes dónde ir cuando no puedes solucionar las cosas solo y en quién confiar tus secretos. ¿Qué es lo que fue dañado cuando ella te dejó? Porque yo veo a un joven con bastante seguridad para la edad que tienes. Veo a un joven que sabe de qué personas rodearse, a quién elegir para su vida. Veo a un joven con una filosofía de vida y unas ideas diferentes a la sociedad que se está formando en el presente. ¿Qué fue dañado?

Damián se quedó pensativo. Se tocaba las uñas como buscando una punta de donde tirar.

—¿Mi ego? ¡No!

—¿Tu ego no? Si aceptas que te haya dejado entonces no es tu ego. Hay personas que piensan que reúnen muchas condiciones para enamorarse de ellas y no entienden cómo es posible que dejen de quererlas. ¿Es esto lo que te puede estar pasando a ti?

—No. A mí no me pasa eso. Es que hay algo que no entiendo y es el por qué. ¿Es que no me ha querido?

—¿Quererte? Claro que te habrá querido. Seguramente ha sido un problema de falta de compromiso. Hay jóvenes que aun queriendo a alguien no quieren atarse a esa persona, necesitan volar y esto debes aceptarlo.

—Si… debe ser que no ha querido comprometerse del todo… pero el problema está en cómo me la quito de la mente. No hago más que mirar Facebook, Instagram… y eso me pone malo.

—No me extraña, te estas convirtiendo en un masoquista. Debes obligarte a no entrar en redes. Es una forma de envenenarte lentamente. Cuando nos dicen adiós y no nos lo esperamos, sufrimos un dolor emocional intenso porque a partir de ese momento debemos enfrentarnos a adaptarnos de nuevo a otro estilo de vida y echamos de menos lo que teníamos antes. Te enamoraste de una joven que ha formado parte de tu vida un tiempo. Posiblemente idealizaste la relación. Debes reconstruirte, centrarte en ti, limpiar emociones. No te culpes, cada uno decide qué hacer con su vida, ella decidió salir de la tuya, ten calma contigo mismo.

Damián siguió asistiendo a sus terapias para fortalecerse psicológicamente. Cada momento amargo que pasaba le hacían volcarse de una forma mágica en la escritura creando auténticos poemas de amor con sabor a metal.

Una tarde, cuando ya habían pasado los meses y Damián empezaba a encontrarse en su equilibrio emocional, recibió una llamada de la joven. Quería verlo, necesitaba hablar. ¿De qué? De nada. Él accedió. Se dejó llevar por el deseo más que por su mente y huyó de los consejos de sus buenos amigos que le indicaban que no fuera a verla, ya que después el dolor sería mayor.

Y aun sabiendo que el sabor amargo de aquel trago iba a perdurar, se dejó llevar hasta que su mente dejó de confundirse, sintiendo que aquellos besos eran el adiós más intenso que jamás había experimentado. No quiso ver que ella solo quería un “momento” de amor para después susurrarle entre sábanas que había conocido ya a otra persona.

Días después Damián acudió a la consulta con un nuevo pergamino en las manos. Unas notas escritas que ofrecían su alma al desnudo.

“Tengo la sensación de que voy a estar enamorado de ella toda la vida, y que ella, haga lo que haga y me trate como me trate, siempre tendrá mi indulto. Siento que me tiene maniatado del corazón a la cabeza. Me siento solo, vacío, un gilipolla, incompleto, incomprendido y a veces hasta despreciable. Soy el mayor idiota que ha pisado el mundo. Daría mi vida por una persona que prácticamente me usa de pasatiempo, como si fuese solo una herramienta para su entretenimiento. Solo alguien que le sube la moral y la cuida cada vez que ella lo necesita. Me siento un completo esclavo, un esclavo que va a morir cada día a las mismas cadenas, un esclavo que sangra lágrimas pero que se ha enamorado del látigo”.

A partir de este momento Damián retomó su realidad, volvió a centrarse en sus estudios, recuperó su autoestima… le sirvió el látigo del que se había enamorado, le sirvió para crecer. Siguió escribiendo como mecanismo contra el dolor y sus poemas avanzaban en el tiempo cambiando del sabor amargo a ese dulzor agradable que en muchas ocasiones aporta la vida.

¿Por qué ocupas mi mente? Secretos del Alma

1 comentario
  1. Manuela
    Manuela Dice:

    Alícia me ha encantado tu artículo,es exquisito ,te expresas de maravilla y transmites como si estuvieses viendo en directo la situación de este chico.La idea de la música,genial.Muchas graciasss♥️🙏🌹👏👏👏👏

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