Día Mundial sin Tabaco
Pilar Gallur
Cada vez son más los fumadores de tabaco, que acuden al psicólogo para dejar de fumar. Y no es para menos, ya que la adicción al tabaco, según estudios de la Comisión Europea (CE), es responsable de 700.000 muertes al año y alrededor del 50 % de los fumadores muere prematuramente, con una esperanza de vida de 14 años inferior a la media. A pesar de las campañas sobre la adicción al tabaco y la consciencia sobre sus efectos nocivos, el índice de consumidores sigue siendo alarmante.
¿Cómo se produce la adicción? El tabaco es la droga que presenta la mayor probabilidad de dependencia con tan solo probarla una vez (32%). Rápidamente la nicotina es capaz de modificar el funcionamiento del cerebro, liberando dopamina (responsable del placer) en tan solo 10 a 15 segundos. ¿A quién no le gusta experimentar placer en tan sólo unos segundos? Si vivimos en una sociedad en la que queremos las cosas aquí y ahora, todo ocurre muy rápido y además no soportamos el dolor o el sufrimiento. Por lo que recurrir a esta droga, se convierte en un hábito y erróneamente en nuestro mejor compañero. Por supuesto, un arma de doble filo, ya que según estudios publicados en la revista “Biological Psychiatry” fumar acelera el proceso de envejecimiento del cerebro y empeora la capacidad para tomar decisiones, resolver problemas o controlar los impulsos. La causa es el adelgazamiento de la corteza orbitofrontal del cerebro. Esto, además, está relacionado con un mayor riesgo a las adicciones. La “buena” noticia, es que las personas que dejan de fumar son capaces de recuperar parte del grosor perdido de su corteza. ¡Aún estás a tiempo de dejarlo!
Por otro lado, vivimos en un Mundo en el que el ser humano está cada vez más manipulado por los grandes mandatarios, y por supuesto el fumador no se libra de esto. ¿Os habíais planteado por qué las cajetillas de tabaco tienen 20 cigarrillos? Las tabacaleras han calculado exactamente el porcentaje de nicotina que tu cerebro necesita. Si pasamos despiertos una media de 16 horas diarias, nuestro cerebro necesitaría un cigarrillo cada 45 minutos para mantener los receptores de nicotina completamente desensibilizados. Fumar más no genera más placer, porque los receptores no reaccionan. Es una perfecta manipulación la que un fumador genera en su cerebro, ya que lo “engaña” activando de manera no natural unos neurotransmisores que perfectamente podrían generarnos placer sin necesidad de una droga. Es como si nuestro cerebro ganara medallas olímpicas sin haber corrido. Por eso, desde la terapia psicológica, trabajamos cómo gestionar las emociones para una adecuada deshabituación tabáquica, creando pautas personalizadas, elaborando estrategias de sustitución, provocando un reencuentro con sus emociones auténticas para eliminar las falsas, y enseñando a generar ese placer que el tabaco provoca, pero de una manera sana, desde su más profundo ser, su inconsciente.
Esta terapia varía según la persona, el grado de adicción y el deseo por dejar de fumar. Se puede dejar esta adicción, y se puede reencontrar con la capacidad que todo ser humano tenemos para auto-regular nuestras emociones, validarlas, y observarlas. Y esa es la clave del bienestar, sanar desde el interior sin necesidad de una pastilla, o droga que nos impide estar presentes y conscientes de nuestros auténticos sentimientos.



Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!