¿Pueden las bacterias de nuestro intestino producir autismo?
Sandra Hernández Ibáñez
El cuerpo humano alberga un ecosistema diverso de bacterias, hongos, virus, protozoos, y sus genomas, que se conoce colectivamente como el microbioma. El cuerpo humano tiene 10 veces más células microbianas que células humanas, cuyo material genético supera en número al ADN humano por 100 a 1. El microbioma se ha denominado como el “órgano olvidado”, y numerosas líneas de investigación han implicado a los cambios en la microbiota que habitan en el intestino, la piel, la cavidad oral, pulmón, vagina, y placenta como posibles causas de varios procesos de enfermedades humanas. El intestino es la parte del cuerpo que alberga mayor cantidad de microorganismos (microbiota intestinal). Hoy vamos a hablar de la importancia de la microbiota en los trastornos mentales.
Es importante señalar que la microbiota intestinal no es estática y puede ser alterada durante toda la vida del individuo, en particular a lo largo de los primeros 18 meses de vida. Se ha creído durante mucho tiempo que la placenta era un ambiente estéril y que el feto estaba expuesto a los microbios solamente en el parto. Sin embargo, estudios recientes demuestran que la placenta tiene su propio microbioma, lo que muestra que el feto está expuesto a las bacterias en el útero. Estos estudios sugieren que la dieta materna tiene un papel importante en la determinación de la microbioma fetal y que tanto los mediadores inflamatorios y metabólicos producidos por el microbioma puede afectar al feto directa o indirectamente. De hecho, los estudios en animales aportan que el microbioma materna puede tener una gran influencia sobre la causa de ciertas enfermedades en la vida temprana. Por lo tanto, la consecuencia de los tratamientos de rutina durante el embarazo, tales como antibióticos, no siempre son buenos y podría tener un efecto significativo no sólo en el microbioma de la madre, sino también en el microbioma fetal y los resultados posteriores relacionados con la salud.
Las bacterias del intestino producen una gran variedad de productos que viajan a la circulación. Los productos metabólicos de la microbiota pueden tener efectos sobre el metabolismo de anfitrión, la función inmune y el cerebro…
Hay una creciente evidencia en ciencia clínica que afirma que la variación del microbioma puede dar lugar a enfermedades tales como la enfermedad inflamatoria del intestino, enfermedades “autoinmune”, como la diabetes de tipo I, la artritis reumatoide y la esclerosis múltiple, así como condiciones tales como la obesidad, el síndrome metabólico, la enfermedad cardiovascular, y en especial el trastorno del espectro autista.
Las diferentes bacterias del intestino descomponen los carbohidratos y proteínas de la dieta en diferentes productos, los cuales pueden ser beneficiosos o no para la salud.
Por ejemplo, las bacterias del intestino producen ácido propiónico (PPA)4 a través de los carbohidratos que ingerimos en la dieta, una molécula que modula negativamente la función del cerebro.
Otra de las funciones de la microbiota que desempeña un papel importante en la salud del huésped y en enfermedades humanas incluye la producción de serotonina, a partir del triptófano adquirido en la dieta. Por lo que trastornos intestinales que varíen el tipo de bacterias que habitan el organismo podrían tener efectos significativos sobre la función cerebral y potencialmente contribuir a la enfermedad psiquiátrica.
Los trastornos del espectro autista (TEA) son una familia de trastornos del neurodesarrollo que se caracterizan por alteraciones en la comunicación e interacción social junto con comportamientos restrictivos y repetitivos. El tejido cerebral de pacientes con autismo muestra anormalidades en el desarrollo, específicamente en aquellas zonas relacionadas con el lenguaje, la expresión facial, el movimiento y el comportamiento social.
Hasta la fecha, la mayor parte de la investigación se ha centrado en las causas genéticas de los TEA. Sin embargo, los síndromes genéticos indican solamente 6-15% de los casos.
Las nuevas investigaciones se centran en que el microbioma intestinal y los productos que producen, incluyendo PPA, juegan un papel importante en el desarrollo del cerebro y del comportamiento y están alterados en las personas con TEA.
Curiosamente, PPA ha demostrado ser elevados en las heces de los individuos con TEA. Como mencionamos anteriormente, PPA es un producto de fermentación de muchas bacterias, incluyendo algunos tipos de especies como Clostridia, Desulfovibrio, y bacteroidetes que están sobreexpresadas en las heces de los TEA.4
En apoyo de esto, los informes de los padres de niños con trastornos del espectro autista confirman que los síntomas de comportamiento y los problemas gastrointestinales aumentan cuando sus hijos ingieren alimentos refinados que proporcionan altos carbohidratos para que las bacterias puedan producir PPA. Además, comportamientos y síntomas intestinales mejoran tras la eliminación de estos productos de la dieta o la erradicación de las bacterias productoras de PPA con antibióticos de amplio espectro.
Estos hallazgos podrían conducir a nuevas pautas relacionadas con el riesgo-beneficio de muchos tratamientos en pacientes con trastornos del espectro autista. Por ejemplo, la administración a largo plazo de antibióticos comunes (es decir, betalactámicos) para infecciones pediátricas de rutina podría estar produciendo efectos negativos sobre estos pacientes, debido a que estarían alterando la flora intestinal favoreciendo a las especies productoras PPA.
Además, las personas con TEA son diferentes de otras poblaciones pediátricas debido a su déficit en la comunicación y en el lenguaje. En muchas circunstancias, los signos de alteraciones gastrointestinales pueden no ser evidentes y pueden manifestarse principalmente por cambios de comportamiento. Por ejemplo, el dolor abdominal, el reflujo gastroesofágico o estreñimiento pueden manifestar síntomas como conductas motoras, muecas faciales, rechinamiento de dientes, masticar la ropa, trastornos del sueño o comportamiento agresivo o autodestructivo. Por lo tanto, la incorporación de probióticos en la dieta de TEA puede mejorar anormalidades en la microbiota de niños con trastornos del espectro autista y de esta manera mejorar su comportamiento.4
Por otro lado, se ha sugerido como tratamiento para mejorar las fluctuaciones de comportamiento y síntomas gastrointestinales en los TEA, la eliminación de carbohidratos refinados de la dieta. Además, la alimentación de una dieta alta en carbohidratos procesados en ratas se sabe que aumenta los niveles de PPA y produce comportamientos de ansiedad y agresivos.
No sólo hay que tratar la microbiota infantil sino también el uso de suplementos probióticos durante el embarazo y la primera infancia parece un área prometedora para la prevención y el tratamiento primario. En el futuro, puede ser posible utilizar los probióticos para prevenir muchas infecciones, por lo que los tratamientos tradicionales, tales como la terapia con antibióticos, que pueden conducir a la resistencia microbiana, se podrán reducir al mínimo.
En conclusión, existe un optimismo cauteloso en este campo emergente para la medicina pediátrica y sobre todo para el tratamiento de pacientes con trastornos del espectro autista.



Excelente artículo, muy claro, bien sustentado y responsablemente escríto.