SECRETOS DEL ALMA | Trozos de amor

La psicoterapeuta vio sentada a una joven mujer de pelo aleonado. Su mirada mostraba seguridad y una amplia sonrisa se expandió por la sala de espera cuando al entrar mencionó su nombre para que pasara al despacho.

En el instante en que Silvia se tumbó en el diván de la consulta, un sin fin de emociones brotaron de forma inesperada y rompió a llorar.

— ¡No me lo puedo creer! A mis 45 años y sigo sin creérmelo. Me he pasado la vida recibiendo trozos de amor. Como suena, un trozo de aquí, otro de allá… Con toda mi autoestima, con todo lo que soy porque me valoro, con todo el cariño que entrego siempre a mis parejas… para que luego me dejen siempre, siempre, por otra. Y ahora ya no puedo más… he conocido a un hombre que me tiene loca, me he enamorado como una adolescente y después de ocho meses me ha dejado porque ha decidido volver con su ex pareja. Y yo me pregunto ¿por qué siempre lo mismo? ¿Qué estoy haciendo mal? Tengo tres hijos de un matrimonio que tuve durante 18 años y acabó marchándose con otra mujer.

­— ¿En tus relaciones de pareja, has dado la cantidad de amor que has recibido?

—Bueno… en realidad, o por lo menos es mi forma de verlo… yo he dado más amor.

— ¿Sueles conformarte con poco?

La pregunta inquietó a Silvia. Reflexionó sobre el tema creando un silencio en la sala de varios minutos. De repente se agolparon en su mente un sin fin de recuerdos. La vorágine de imágenes provocó una rápida reacción. Se identificó totalmente con la pregunta ya que era afirmativa.

—Yo…si…me conformo con poco, digamos que tengo bastante, me gusta servir a los demás… quizás pretenda que me quieran más.

—Descríbete en tu relación de pareja. ¿Cómo eres con un hombre?

—Servicial, atenta, muy comprensiva, fiel, segura de mi misma, cariñosa, pendiente de las personas que están a mi alrededor, divertida… y sobre todo… confiada. Mis amigos siempre me han dicho: “si, si… tu déjalo que vaya a su marcha y que no se agobie y verás que pronto te quedas sin él…” ¡Madre mía! ¡Cómo me iba a imaginar que dándole tanta libertad al final iba a volar!

—Entonces, ¿has actuado en el papel de madre que deja volar a su hijo, cuidándolo, comprendiéndole, ayudándole, realizando las cosas por él, hablándole cuando era el momento y cuando no callando y has recibido la mitad de tu entrega?

—Visto así… pues sí. Pero yo pienso que esto también es ser una buena mujer, compañera, pareja… No me digas que actuar así es actuar como una madre. ¿Este sería el motivo por el cual me dejan todos?

—Concretamente no es éste el motivo. En una relación tiene que haber un poco de todo Silvia. Nos equivocamos de pareja principalmente por dos motivos. Primero, por idealizar el amor; pensamos que tiene que ser perfecto y cuando vemos que no es así… sufrimos de decepción. El amor es mucho más que sentir. El amor implica vivir juntos, tener hijos si se desean, ir a comprar, organizar la casa, administrarse, conversar, hacer el amor, compartir… Y segundo; nos equivocamos de pareja porque elegimos mal, nos dejamos llevar por el primer impulso, por esa taquicardia inicial, por la atracción, elegimos con el corazón o de cintura para abajo y eso trae problemas, no pensamos con la cabeza y luego es tarde. Nos precipitamos a formar una relación sin conocer prácticamente a la otra persona y empezamos a convivir de una forma tan rápida que quedamos atrapados en una tela de araña.  El motivo por el cual una persona decide marcharse de una relación para saltar a otra, varía mucho. Tenemos que analizarlo. Tienes una estructura de mujer permisiva y pasiva que actúa protegiendo en sus relaciones para que la quieran mucho, sin embargo, el resultado siempre es el contrario. ¿Te has sentido amada?

—Siempre me siento amada al principio de una relación. Recuerdo en mi adolescencia a mi primer novio, mi primer beso… pues ya empezó aquí la cosa… me dejó por otra.

—No generalices por una relación de adolescentes donde suele pasar por la inmadurez de la edad. Sigue avanzando en el tiempo y poco a poco descubrirás que no toda la culpa de las situaciones la tienes tú. En esta última relación ambos no supisteis gestionar los conflictos y tu ocultabas los problemas con tu carácter permisivo pensando siempre “ya cambiará”.

—Y mira si cambio… pero de cama y de lugar. Mi siguiente novio, ya con 24 años, fue un hombre 10 años mayor que yo y casado. Tenía un cargo importante en el Ayuntamiento de mi ciudad y yo era un “caramelo” para su estrés. Esto lo veo ahora con el paso del tiempo. Estuvimos de amantes durante 4 años y siempre me prometía que tarde o temprano se separaría de su mujer para estar conmigo… eso ocurrió 4 años después y yo lo esperé. ¡Por fin era mío! Estuvimos viviendo juntos y nacieron 2 hijos. Después nos casamos y nació el tercero y un buen día me dijo que se marchaba de mi vida… que había conocido a otra mujer y que había dejado de quererme y pidió el traslado y se marchó como el que pasa página a un libro. Nos divorciamos. Me pasa la manutención de sus hijos y así de fácil.

— ¿Tienes relación directa con él? ¿O sólo por temas de vuestros hijos?

—Nos llevamos muy bien. Él viene a casa cuando quiere para estar con los nenes y yo a veces le digo que se quede a cenar y así estamos todos juntos. Siempre he quedado muy bien con todos mis ex. Bueno, él a su nueva pareja no le dice que se queda a cenar en mi casa, claro.

— ¿Conoces a sus nuevas parejas?

—Sí, suelen presentármelas y muy bien.

—Ya, todo queda en familia ¿no? ¿Le lavas también la ropa a tu ex cuando se queda en tu casa a cenar y le escuchas sus problemas, verdad?

Silvia emitió una gran carcajada y se sonrojó de inmediato.

— ¿Qué pasa, que está mal hecho?

—Vamos, que le lavas también la ropa. Y después de divorciarte hasta conocer a este nuevo chico, ¿has salido con más personas?

—Sí.  Con tres más. Uno me dejó por un hombre. A otro lo pillé liándose en casa con una amiga mía. Y el tercero es el único que no me dejó por nadie, digo yo. Lo dejamos porque decía que yo era excesivamente buena y que a él le iban las “malillas”. Y… bueno… ahora que lo hablo contigo seguramente ya tenía a la “malilla” por ahí danzando, ¿no?

—Es muy probable Silvia.

—Tengo una amiga que me hace de terapeuta a veces y me dice que lo que me pasa es que soy “imbécil”, que debería tratarme esta enfermedad “la imbecilidad”. Dice que debería trabajar en una ONG en vez de tener parejas y que me paso la vida haciendo el “tonto” con todos mis ex porque con todos sigo manteniendo una relación amistosa. ¿Piensas que es así? Porque yo no lo veo de esta forma.

—Tu amiga realiza unos diagnósticos bastante drásticos, pero comprensibles. Es lógico que intente convencerte de que el comportamiento con tus ex parejas sólo te lleva a ser pasiva y tolerante con alguien que te hizo daño en su momento y que justificas y perdonas constantemente sin tomar consciencia que cuando se rompe una relación, de la forma en que a ti te han dejado, es tirarte piedras a tu tejado. Es haber perdido el “amor propio”. Tu amiga te quiere y utiliza esos términos para que dejes de comportarte así porque te valora más de lo que te valoras tú, aunque pienses que tienes una autoestima equilibrada en tu fuero interno hay algo que no termina de funcionar.

— ¡Vaya por Dios! ¡Entonces debo tratarme la imbecilidad! ¿Y yo que creía que me valoraba y que era una mujer segura de mí misma? Ahora va y resulta que lo que hago es que dejo que se aprovechen de mí… y mi ex subiendo a casa y yo comprándole la cerveza que a él le gusta… ¡manda narices! Y encima me quedo con la fregada y gastándome dinero comprando sus anchoítas preferidas que valen un ojo de la cara… y arreglándome como una colegiala…

— ¿Para ver si vuelve a ti? ¿Crees que haces eso?

—Sí, lo tengo claro, lo hago siempre. Ahora veo que ha sido mi forma de comportarme siempre… agradando a todos para que no me dejen en lugar de agradarme a mí misma. Cuando di a luz y para que el cuerpo no se me desfigurara, hacía auténticas barbaridades con la comida y me gastaba un dineral en tratamientos para seguir gustándole. No dejaba que mi cuerpo volviera al sitio por propia naturaleza, ¡no! Yo tenía que machacarme… y aún así se marchó… seré… pues eso… imbécil.

—La pareja debe estar basada en una serie de pilares imprescindibles que hay que ir fortaleciendo poco a poco; la comunicación, el afecto, la sexualidad, las relaciones sociales, tener tiempo para estar los dos solos, buscar esos momentos de intimidad, organizar el hogar y la economía, compartir proyectos, discutir… si, discutir. Discutir no indica gritar o maltratarse psicológicamente, significa intercambiar opiniones que nos hacen ver que crecemos juntos. Una pareja no tiene porqué cubrir todas tus expectativas, debe cubrir parte porque la otra parte la cubres tu con tu trabajo, tus ilusiones y tu personalidad, que es la que hay que cuidar.

—Pues yo he ofrecido siempre todo lo que me cuentas, pero no te creas que a mí me lo han dado igual.

­—En relación a este chico nuevo que entró en tu vida y que ahora ha decidido volver con su ex pareja, ¿qué piensas hacer?

—Hombre… después de esta conversación y en vista de que debo tratarme la “imbecilidad”, hablar con él y despedirme. No volver a tener contacto y empezar a centrarme en mi vida. No porque me haya pasado esto durante toda mi vida, quiere decir que no voy a ser feliz con otra persona. Lo primero es dejar de estar pendiente de todas las personas con las que he tenido relaciones, incluido el padre de mis hijos. Hablaré con él y le explicaré que cuando quiera verlos que llame y que bajen, se ha terminado lo de cenar y ducharse en casa … si es que es para darme de tortas… porque sinceramente, después de cenar algún polvo en sofá caía. Vamos que el señor se iba apañado, pero que bien apañado. ¡Por Dios, que mal estoy!

­—Bien Silvia, veo que estas captando el concepto de recibir el “amor a trozos”. Ahora es el momento de buscar un amor entero. Piensa que una relación estable se forma con tiempo y creando el espacio de cada uno. Cuando inicies una nueva relación no te olvides de que necesitas seguir haciendo las cosas que siempre has hecho, no por estar con una pareja debes dejar todas tus costumbres. No inundes a la otra persona y no permitas que te inunden a ti. El amor en la etapa adulta es muy diferente al amor en la adolescencia o juventud, pero al fin y al cabo es amor. Ámate a ti misma y te amarán. Decía Pablo Neruda: “Te escogí a ti porque me di cuenta de que valía la pena, valía los riesgos… valía la vida”.

6 comentarios
  1. Ramón
    Ramón Dice:

    Mucha actividad» es amor!o vacío interno o mesescidad de sentirse amada a sabiendas de que la están utilizando con el fin de ser amante ? Y conformarse con los tiempos que corren! Por fin llego el momento de consultar con un profesional a ver qué me está pasando. Bonito relato.

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  2. Asun
    Asun Dice:

    Es la historia de tantas personas que intentan en vano algunas, recomponer el «puzzle»de sus vidas , esos trozos de amor, cada una de las piezas que han ido dejando por el camino emocional y que han intentado encajar en cada perfil de persona-amante que han conocido,como si se tratase de su propio espejo, ya que cada una de las personas de las que han creído estar enamorad@s ha sido un reflejo de sus propias debilidades. La protagonista de esta historia necesita recomponer su puzzle vital, conocerse a sí misma, amarse, sentirse orgullosa de ella, conocer sus debilidades y sus fortalezas, ponerse un rumbo y navegar hacia él, de lo contrario no dejará de ir a la deriva y de arribar a puertos equivocados. Muchas gracias Alicia, estoy deseando leer tu próximo relato.

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  3. fernan birdy
    fernan birdy Dice:

    ! Viva el amor y las siempre complicadas relaciones de pareja; en todas estas, existen grandes momentos de maravillosa locura, pasión y sufrimiento, pero la realidad es que todos esos momentos, solo forman parte de un sencillo y perfecto ciclo natural, comun, a todos los seres humanos. Solo tenemos que aceptarlo y saborear intensamente todos esos deliciosos momentos; Nadie lo hace bien o mal y nadie tiene el secreto del eterno happyamor de pareja; Asiesque sabiendo que es normal y natural pasarlo bien y mal, abrochense los cinturones y dejen volar sus pensamientos, sensaciones y emociones jeje…

    Un abrazo

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